11 de abril de 2011

En la plaza.

Bajó de dos en dos los escalones, como cuando era una niña, esperando llegar antes de lo esperado… Con ese miedo feroz a resvalarse y caer que siempre le persiguió, acompañado del temido rugido de su inseguridad. Resvaló, pero antes de desvanecer su cuerpo en el último escalón, el equilibrio en sus tacones la hizo mantenerse erguida.
Eran esas situaciones en las que no estaba cómoda, en las que sabia de sobra que cada movimiento iba ser escrupulosamente analizado por todos los que allí se hayaban, decidió fijar su mirada en un punto a lo lejos de la plaza, en aquel reloj de sol desgastado por los años y olvidado debido a su mal estado de conservación, asi estuvo durante unos minutos, hasta que inevitablemente algunas personas conocidas de las que ella se iba alejando con cierto disimulo, se acercaron.
- Estás realmente estupenda, no te dejas caer nada por aquí, te echabamos de menos.
- Ah, ¡gracias! – exclamó tornando su cara con una sonrrisa forzada de esas que tras largos años ante el espejo no el acaba de salir lograda- Voy a por bebida, ¿ os traigo una?
- Si , muchas gracias, Iria, tu nunca te olvidas de la bebida!- afirmaron entre risas, siempre le pareció una manera muy hostil hacer que alguien le conoce sólo por que le ha visto con unas copas de más,era algo que le irritaba.

Después de este cortés saludo de rigor, se giró suavemente e intentó ocultar su cara de desasosiego, sabia que sólo querian su compañía para saber ciertos datos de su vida sentimental o incluso de la de mucha otra gente cercana a ella, en esos momentos en su memoria, recordó los motivos que la habian hecho irse lejos de aquella ciudad. Llegó a la barra y se sirvió tres ginebras con naranja y otra con tónica para ella, se acercó pensando la estrategia de escape ante esta situación.

- Gracias. Bueno cuentanos tenemos muchas preguntas hace meses que no sabemos nada de ti.- ella veia aquellos seis ojos como si fuese un dragón de tres cabezas, sin quererlo esbozo una sonrrisa-.
- De nada, hace meses que mi vida es realmente atractiva y apetecible, lo mismo les deseo, disfruten del cocktel señoritas.
Pensó que el tono igual no erá el más apropiado, pero si, el fluir de sus palabras, hubiera deseado decirles muchas expresiones malsonantes, pero decidió que esa no era su dinámica y que sería un trago amargo en aquel festejo.
Un voz gritó:
¡Acerquense! ¡Acerquense! Ya salen.
Se juntaron haciendo un pasillo y gritaron:
- ¡Que vivan los novios!

6 de abril de 2011

Hablando sin caerse.

Es lo perfecto lo que busca un ser imperfecto, pensando encontar un equilibrio que no existe.

Ciertos desequilibrios son lo que nos hace realmente humanos.