1 de mayo de 2010

El viaje del grito.




Adoro el grito silecioso que a veces siento en mi interior... y la manera de calmarlo y luego escupirlo en unas cuantas sesiones en las que el grito se siente cómodo y decide dialogar.

Lo añoro por momentos no podría vivir sin el, templa eso a lo que llaman algunos neurosis femenina, en la que yo por lo menos jamás creeré, no soy de hacer sacos de gritos sino de entonarlos poco a poco e irlos sacando y que obtengan esa libertad que tanto añoran.

Esa sensación de libertad para los dos es una especie de estado de nirvana que inunda largos momentos, y que nos hace entendernos.

Gritos de libertad
Gritos de goce
Gritos de socorro
Gritos de dolor...

La cara se nubla al escucharlo, transformada en una sensación...